JOSÉ MARÍA MURUZÁBAL DEL SOLAR

   PINTURA Y ESCULTURA NAVARRA

 

PINTURA: OBRA DE DICIEMBRE DE 2019

 

 

“Torres de San Cernin”
Óleo / lienzo. 30 x 24 cm. 1988.
ÁNGEL SANZ GARCÍA

Ángel Sanz García, nació en Pamplona el año 1939. Desde muy joven tuvo gran afición por el dibujo, que se consolidó durante sus estudios de bachillerato, donde tuvo como profesor a Gerardo Sacristán. Posteriormente tuvo años de alejamiento del mundo del arte dado que cursó estudios etnólogos fuera de Pamplona, dedicándose posteriormente al mundo de la empresa como director comercial. A mediados de los años setenta retomó su vocación artística, comenzando unas fugaces clases de dibujo bajo el magisterio de Antonio Eslava. El año 1975 salen a luz sus primeros óleos. Este momento de acercamiento al mundo de la pintura tiene su colofón en enero de 1978 con su primea exposición individual que fue, además, en la Sala García Castañón de la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona. El éxito de crítica y también de ventas acompañó a esa, digamos, presentación en sociedad. A partir de ese momento, final de la década de los años ochenta, su dedicación a la pintura fue más intensa. Durante 25 años estuvo dedicado a la pintura de paisaje, pintando al aire libre y culminando las obras en sus estudios, primero en Paulino Caballero de Pamplona y, posteriormente, en su segunda residencia en la localidad de Muruzábal. Expuso repetidamente en Pamplona, Madrid, Logroño y otras localidades. El artista falleció en Pamplona el año 2001.

La obra que comentaremos a continuación se conserva en importante colección de arte navarro de la localidad de Badostain. El cuadro lleva en su reverso un certificado emitido por el propio autor, en que se titula y fecha la obra. Se trata de una típica visión del antiguo Pamplona, las torres de la iglesia parroquial de San Saturnino, en las cercanías del ayuntamiento pamplonés. Dicha vista fue acuñada e inmortalizada por el pintor de Navarra, Jesús Basiano, hace ya muchos años. El cuadro de Sanz García constituye un buen ejemplo del quehacer del pintor pamplonés en la década de los ochenta, cuando consolida una pintura de paisaje suelta y rápida, al modo impresionista, y trabajada con la espátula, en lo que este artista fue un maestro. El cuadro demuestra también notable interés por las cuestiones atmosféricas dado que el cielo, plomizo e invernal, ocupa prácticamente la mitad superior de la composición. El resto de la misma, la parte inferior, nos presenta los tejados apiñados del viejo Pamplona, tras los cuales emergen, majestuosas, las torres parroquiales.