JOSÉ MARÍA MURUZÁBAL DEL SOLAR
PINTURA Y ESCULTURA NAVARRA
PINTURA: OBRA DE OCTUBRE DE 2017
“El Montejurra”
Óleo / tablex. Medidas: 73 x 100 cm. c. 1960.
RETANA, Florentino Fernández de
Florentino Fernández de Retana (Vitoria, 1924 – Pamplona,
2015). Los primeros veinticinco años de su vida los desarrolló
en su Álava natal, donde dio los primeros pasos en el mundo
del arte y de la pintura. Se formó en la Escuela de Artes y
Oficios de dicha ciudad y en el taller de Adrián Aldecoa. Sus
primeras exposiciones tienen lugar en Vitoria en los años
cuarenta. Desarrolló también una larga lista de oficios que
poco tenían que ver con el mundo del arte. En 1948 se asentó
en Estella, contrayendo matrimonio con Carmen Lobo. En la
ciudad del Ega residió durante más de 30 años, haciéndose su
figura enormemente conocida y apreciada. En dicha ciudad
adquirió la finca “El Pedregal”, la cual formó parte
inseparable de él y de su arte. Posteriormente se trasladó a
Pamplona y a Barañain, donde residió los últimos años de su
larga vida. Hay que considerarlo, sin duda, entre la extensa
nómina de artistas navarros ya que vivió en esta Comunidad
prácticamente setenta años. Y, además, recorrió incasablemente
las tierras de su querida Navarra con sus pinceles, lo mismo
que hizo por las diversas tierras de España, llegando con su
obra y sus lienzos hasta París. Fue un hombre rocero, amigo de
andar, hablar con la gente, alternar y, en definitiva, de
vivir. Su forma de vestir, su gorra, sus grandes bigotes, su
voz recia, le infundían un aspecto inconfundible y altivo,
pero era, ante todo, un artista. Tenía, además, ese barniz
especial de bohemio a la antigua usanza que lo hacía especial.
La obra que presentamos se conserva en importante colección de
arte navarro, localizada en Pamplona. En los cuadros de Retana
es necesario ir siempre a lo que constituye la esencia de su
pintura; esa esencia es la expresión de su sentimiento, de su
mundo interior, cosa que hacía siempre a través de la
expresividad del paisaje y del color. Eso constituye lo
verdaderamente importante en este artista. De su interior
salía ese sentimiento por el paisaje, por los campos y los
pueblos, por la nieve, por su Estella querida. Y a su espíritu
inquieto, y que amaba la vida con mayúsculas, no le interesaba
en absoluto la pulcritud del dibujo, las correctas
entonaciones o las mil anécdotas técnicas que terminan por
matar la pintura de verdad. Su pintura era, en definitiva, la
expresión de su alma. Retana era así, fuerza, vigor,
sentimiento, inconformismo, sensibilidad, instinto…El cuadro
que presentamos es un buen ejemplo de su producción estética,
representando el conocido monte que domina el entorno de
Estella. Obra de un periodo aún temprano de su producción, con
la soledad y grandiosidad el paisaje, con esos árboles
enhiestos que dominan los primeros planos, con las
entonaciones, verdes, ocres y blanquecinas del resto de la
composición. |