JOSÉ MARÍA MURUZÁBAL DEL SOLAR

   PINTURA Y ESCULTURA NAVARRA

 

PINTURA: OBRA DE MARZO DE 2017

Paisaje de la Ribera”
Óleo / tabla. 23 x 40 cm. c. 1990.
LOPERENA, Antonio

Artista navarro que ha trabajado tanto la pintura como la escultura (Arguedas, 1922 – Tudela, 2010). Estudió en el colegio de Arguedas y a los 14 años comenzó a trabajar en el oficio de su padre. Fue pastor y ganadero hasta los 33 años, cuando decidió trasladarse a Tudela donde abrió un taller de escultura y pintura en su domicilio de la calle Herrerías. Sus grandes pasiones fueron
las Bardenas y los toros, y gran parte de sus pinturas estaban inspiradas en estos motivos. Tuvo una gran imaginación y captaba enseguida los rasgos principales de sus trabajos. Sus obras han viajado por varios continentes y en su larga trayectoria profesional recibió numerosos premios. Realizó esculturas en Nueva York, México, Caracas y Costa Rica, entre otros países de América. Se dedicó en innumerables ocasiones a la escultura pública; es autor del Monumento al Pastor situado en el término bardenero de El Paso, y de otro que se encuentra en Isaba, y en Tudela esculpió, entre otros, el Monumento a la Jota, el del Hortelano y el del rey Sancho El Fuerte, instalado en la plaza que lleva su nombre. Su producción estética ha estado siempre apegada a la mejor tradición figurativa del arte español.

La obra que presentamos ahora, en línea de la pintura habitual del artista ribero, se conserva en conocida colección pamplonesa de arte navarro. Fue expuesta en la muestra “Artistas navarros en una colección de arte”, Conde Rodezno, noviembre 2012 a enero 2013, nº 91, siendo reproducida en el catálogo correspondiente. Estamos ante un típico paisaje de la Navarra del Sur, de pequeño formato, ejecutada con libertad y trazo suelto. El cuadro en sí representa un camino con una casucha al fondo, rodeado de árboles despojados de hojas. La composición resulta sencilla y bien equilibrada. El artista elabora un paisaje en tono invernal, en el que destaca la ambientación de los árboles enhiestos, escultóricos, solemnes. El cuadro posee además una lograda entonación cromática que ayuda mucho al resultado final. En definitiva, estamos ante una obra muy en la línea estilística de la pintura de Antonio Loperena, figurativa, realista, heredera del impresionismo y trabajada en un tono personal, íntimo y poético.