JOSÉ MARÍA MURUZÁBAL DEL SOLAR

   PINTURA Y ESCULTURA NAVARRA

 

PINTURA: OBRA DE FEBRERO DE 2016

“RETRATO DE ENFERMERA o MARÍA EUGENIA”
Óleo / tablex. Medidas: 56 x 50 cm. 1951.
BEORLEGUI, Fernando


Fernando Beorlegui (Campanas, 1928 – Eibar, 2008). Con 15 años visitó el Museo del Prado, quedando impresionado por las pinturas de Goya. La influencia de Goya se mantendría a lo largo de toda la obra de Beorlegui. Estudio con los maristas de Pamplona, ciudad donde se inició en la pintura con Javier Ciga entre 1942 y 1945, año en que su familia se mudó a Estella. En esa ciudad siguió su formación artística con Gustavo de Maeztu. Entre 1951 y 1952 continuó su formación en Madrid, donde conoció la obra de Goya, con Chicharro hijo. Se traslada a Logroño donde estudia escultura en la Escuela de Artes y Oficios, hasta 1956. Se estableció en Éibar en 1957 a raíz de su matrimonio con la eibarresa María Luisa Ereña, dedicándose al comercio y al diseño industrial. Además de ser la localidad natal de su esposa, Éibar le sedujo por sus características urbanísticas y humanas: un urbanismo laberíntico en que se integraban sus ciudadanos. En esta ciudad entabló amistad con artistas de Éibar y del resto del País Vasco. En 1969 formó parte de la Escuela de Deva y fue cofundador en 1974, junto a Daniel Txopitea e Iñaki Larrañaga del grupo Gorutz. Fue dibujante de la revista de poesía Zurgai y profesor de dibujo de la escuela de Armería. Realizó exposiciones en Madrid y otras ciudades españolas, sobresaliendo las realizadas en el País Vasco y Navarra.

La presente obra se conserva en importante colección de arte navarro de Pamplona. Fue mostrada en la exposición “Artistas navarros en una colección de arte pamplonesa”, en Sala Conde Rodezno, noviembre 2013 a enero 2014. Supone una obra muy primeriza del autor, fechada hacia 1951, de cuando el artista estaba estudiando en Madrid. La figura que aparece en la obra representa a una tía del pintor, ataviada de enfermera. Estamos ante una obra figurativa, en tonos enormemente realistas, presentada en un primerísimo plano y muy alejada de la pintura posterior del artista navarro, que seguirá otros derroteros muy diferentes. Beorlegui acabará desarrollando una pintura en tonos surrealistas, con una visión del mundo como espectáculo y una crítica irónica al mismo expresado con realismo social. La influencia de la luz y el color le hicieron desembocar también en el denominado realismo mágico.